sábado, 31 de enero de 2009

Monólogo de una muchacha triste


Soy apenas,
quien agita tus hojas.
Estallo en la tarde como una ventisca.
Bosque escondido,
Camino que recorren a tientas,
Mis dedos sin piel
Palpan la corteza áspera de tus tilos.
Mi tristeza es el único bálsamo
Que unto sobre mi pecho y espalda,
Beso fantasmas que apenas dejan su huella Sobre la tierra humedecida por la lluvia.
Invoco a todos los espíritus del monte,
Desnuda sobre la colina,
A espera que los dioses me conviertan en Daphne,
en musgo, trébol, hinojo y retama,
Soy quien soy,
Colgajo de tiempo, despojo de nube, ninfa atrapada entre la siesta de un fauno,
Soy hada triste, mi túnica de flores de alas desgarradas,
tan solo reflejan el hastío de la tarde.
A la luz de la luna,
Cierro mis párpados,
Abro mis piernas a tu espera,
Pronto has de llegar,
Mi etéreo príncipe de la noche,
Para anidar en mi sueño,
Siento tu aliento en mis entrañas.
Duermo sobre mi lecho vacío,
Hasta mañana.

Epístola a los Poetas que vendrán


Tal vez mañana los poetas pregunten
por qué no celebramos la gracia de las muchachas;
quizá mañana los poetas pregunten
por qué nuestros poemas eran largas avenidas
por donde venía la ardiente cólera.

Yo respondo: por todas partes oíamos el llanto,
por todas partes nos sitiaba un muro de olas negras.
¿Iba a ser la poesía una solitaria columna de rocio?
Tenía que ser un relámpago perpetuo.

Mientras alguien padezca,
la rosa no podrá ser bella;
mientras alguien mire el pan con envidia,
el trigo no podrá dormir;
mientras llueva sobre el pecho de los mendigos,
mi corazón no sonreirá.

Matad la tristeza, poetas.
Matemos a la tristeza con un palo.
No digáis el romance de los lirios.
Hay cosas mas altas que llorar amores perdidos:
el rumor de un pueblo que despierta
¡es más bello que el rocío!

El metal resplandeciente de su cólera,
¡es más bello que la espuma!
Un Hombre Libre libre
¡es más puro que el diamante!

El poeta libertará al fuego
de su carcel de ceniza.
El poeta encenderá la hoguera
donde se queme este mundo sombrío.

Manuel Scorza

jueves, 1 de enero de 2009

BAJO UNA FRIA LOSA DEL PÉRE-LACHAISE



Soy uno de los que nunca visitó tú concurrida tumba
Bajo una fría losa del Pére-Lachaise,
Allí donde estas desde hace casi cuarenta años,
Sentado, barbado y borr
acho,
Mirando danzar a Isadora,
Y una pléyade de inconformes como tú.

Allí han pasado más años
De que los que viviste
Y apenas hay lugar para las flores
Y versiones de tu vida,
Que todos creen conocer,
Biógrafos que dijeron haberte entrevistado (en secreto),
Poseedores de poemas inéditos,
Cientos de discos de acetato,
Una colección de manuscritos de canciones nunca interpretadas ,
Y hasta una ropa interior hecha piltrafa.

Qué más han de decir de ti,
Pequeño Jim,
Qué más han de inventar,
Para tener más cosas que vender,
A costa de tu historia,
Qué puede hacer la pobre Pam,
Para defenderte,
(Embriagada y con el buche lleno,
Ahora está
Tan muerta como tú),
Y ya no puede espantar las bandadas de cuervos que quieren seguirse cebando de tu cuerpo dislocado y sangriento,
Clavado en la cruz de ese gólgota blasfemo
llamado fama.

He visto tantas veces la película del bueno de Stone,
Los vídeos de Ray, ese mercader tan amable y racional, que dijo ser tu amigo,
He libado en tu nombre
Litros de bourbons y apenas unas cervezas,
y aplasto la colilla de mi último cigarrillo como una cucaracha de fuego,
Al terminar este poema tan desordenado y extremo
Como tu vida.

elepé