miércoles, 26 de agosto de 2009

Impecable soledad



Quién puede liberarse totalmente de la ausencia,
quién puede hacer del silencio una nota sideral,
quién desafiando la marea de la noche
y
envuelto en la bruma de la nostalgia
no ha invocado la llegada de las primeras luces del alba.
Quién no ha dejado de encender un cigarrillo
para conjurar en cada bocanada
el acre sabor de la tristeza.

Traemos a colación de la soledad, tres poemas de quien vivió toda su vida atrapado en la impecable soledad de su mundo, poblado de los fantasmas de sus sueños y alimentando con su dolor la belleza de su poesía. Aqui van un muestra de la lírica de Luis Hernández Camarero.


"Abrid paso a la poesía!"














)Uno(





He cubierto en el mar
El vacío
Entre estrella y estrella
Creyéndolas mías
Más la noche muere
Y estoy tan solo
Como antes.

)Dos(

IN ABENDROT

La misma línea
Del ocaso es el
Horizonte de la
Aurora.


)Tres(

Adiós. Me voy a otro lugar
Y si la tristeza
Me alcanza
Y si la tristeza me alcanza
Me cubriré con el agua
De la mar. Y no he más
De morir
Y no he más.








lunes, 10 de agosto de 2009

Abby City

Me veras volar
Por la ciudad de la furia
Donde nadie sabe de mí
Y yo soy parte de todos.

Soda Stereo. La Ciudad de la furia


Te confieso
Que me veo en algún lugar
Solo,
Solo aún en medio de una
Multitud,
Acodado en la barra de algún bar
Bebiendo algo y fumándome algo parecido a un cigarrillo
mirando a la gente
como se divierte
En esta ciudad
Anónima, anodina, acre ciudad,
Valle del eterno clima primaveral,
Que te engulle despacio por las noches,
Y luego te expectora al amanecer,
Donde todos se conocen
Pero nadie se compromete con tu destino,
Donde tú vives tu vida con desenfreno
Entre alcohol y sudor caliente
Que asciende como una columna de vapor entre las luces y sombras de la disco
Allí, donde se te pasan las noches,
En la miasma patética de la rutina,
Al punto que estás hastiado de la misma música
De mirar los mismos rostros
Que te miran
Como si recordaran en el tuyo
A alguien que no sabe quién es o fue,
Al final de la noche,
Emerges de la caverna
Subes las escaleras a tientas
Y terminas deslumbrado
Por la luz del sol del nuevo día que empieza a colarse por el zaguán de la calle
Todo un vampiro ocultándose de la gente que circula por la avenida
Y trepando al primer taxi que se te ofrece,
Pletórico de vergüenza
Como huyendo del colgajo de tu propia vida al amanecer,
Para perderte por las calles de Abby City,
Por eso espero que me puedas rescatar de la barra de algún bar antes de la aurora
Una y otra vez,
Antes que me diluya entre las sombras
O me convierta en polvo entre los haces de luz solar,
Así es el devenir del hombre alado,
En la ciudad de la furia.

jueves, 6 de agosto de 2009

El ogro doméstico

Cargado de su pequeña montaña de despojos,
Harapos y musarañas,
Camina orondo el ogro,
Para descargar su despiadada inhumanidad
Al fondo del pantano.

Todos le temen,
Su aspecto repugnante solo invita
A esquivar la mirada y al reflejo de la nausea,
Más de la crueldad no hay sino un trozo de amargura,
Coledoco de rabia contenida
Por la vida larga y aburrida,
Y el sainete innoble que le acarreo el destino.
Aquella triste desventura del amor desencantado

De su feo rostro, tosco y curtido por el sol,
Donde exhibe un permanente rictus de pesar,
A veces escapa una sutil sonrisa,
Apenas una cuchillada de piel tan breve y escasa como el sueño bien conciliado,
Tal vez motivada por un recuerdo descolorido,
Un suspirito leve de alguna escasa felicidad algo remota,
Pues el viejo ogro,
Aun cuando su torpe vida haga dudar de que posee, todavía, alguna fugaz pascana de alegría
Esconde un secreto
Dentro de su cuerpo deforme y desproporcionado existe algo
Que tal vez nadie sospeche:
Oculto
Detrás de su verde pecho,
Sin esperanza de ser amado,
Late pertinaz y remendado
Un inútil corazón desangrado.