viernes, 28 de mayo de 2010

IMPECABLE SOLEDAD


Adiós, Betty. Me hubiera gustado tanto que fueras feliz. Pero mi felicidad está fuera de toda esperanza...
Carta de despedida de Luis Hernández a Betty Adler.
Encontrada el 4/10/77

Dicen que soy un soñador que sueña
y otros dicen de mí

Adiós
me voy a otro lugar
Y si la tristeza me alcanza
Y si la tristeza me alcanza
me cubriré con el agua de la mar
Y no he más de morir
Y no he más.

lunes, 3 de mayo de 2010

La patria invisible





“la patria es mi poesía”.

Yevgueny Yevtushenko


“Sin amor, sin patria, sin mujer”.

Ulises. James Joyce


“Para el poeta, la patria es la poesía”

Andrés Newman.


Qué son esos cantos que escucho a lo lejos?

Apenas son los redobles de tambores,

El ruido de sables

Los bronces de cañones

Que saludan a la patria,

En su día.

Nada puede darme ya el grito de Hidalgo,

Ni San Martin juramentando desde un balcón,

Ni las memorias eruditas de Sarmiento,

Ni la tisis de un magro Bolívar,

Nada que no sea

El heroico legado del olvido,

La inocente tea que se apaga

El rostro ajeno

Y el corazón conocido,

La suerte echada,

La felicidad que no llega,

Que la patria al Eterno elevó.

La patria que me llama,

No se condensa, arco iris que atrapa la luz de la mañana,

Sobre las sedas de emblemas polícromas,

Ni en el puñado de tierra,

Sin gorgojos,

Que todos llevan en los bolsillos,

O debajo de las uñas.

Pues la patria es algo más que la cena de honor que les brinda la vida

Todos felices,

Todos ordenados,

Y afeitados,

-Hasta las señoras-,

Sus ojos de sorpresa son la manera torva como se pretende

Conjurar el futuro,

Con una mezcla rara de optimismo y certidumbre.

Prefiero en lugar de patria,

Hacer mis votos de pobreza,

Apropiarme de un lápiz y algunas hojas mal compaginadas,

Porque soy un ser apátrida,

No necesito una bandera,

Ni un territorio propio,

Para los poetas la única patria posible es la poesía

Esa patria invisible donde pueblan todos los corazones.

Autonecrología V

Te quiero porque tienes las partes de la mujer
en el lugar preciso
y estás completa. No te falta ni un pétalo,
ni un olor, ni una sombra.
Colocada en tu alma,
dispuesta a ser rocío en la yerba del mundo,
leche de luna en las oscuras hojas.


Quizás me ves,
tal vez, acaso un día,
en una lámpara apagada,
en un rincón del cuarto donde duermes,
soy la mancha, un punto en la pared, alguna raya
que tus ojos, sin ti, se quedan viendo.
Quizás me reconoces
como una hora antigua
cuando a solas preguntas, te interrogas
con el cuerpo cerrado y sin respuesta.
Soy una cicatriz que ya no existe,
un beso ya lavado por el tiempo,
un amor y otro amor que ya enterraste.

Pero estás en mis manos y me tienes
y en tus manos estoy, brasa, ceniza,
para secar tus lágrimas que lloro.

¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras
me dirás que te amo? Esto es urgente
porque la eternidad se nos acaba.

Recoge mi cabeza. Guarda el brazo
con que amé tu cintura. No me dejes
en medio de tu sangre en esa toalla.

Jaime Sabines