domingo, 31 de octubre de 2010

HOMENAJE A MIGUEL HERNÁNDEZ EN SU CENTENARIO



Nota de publicación:



Acaba de ser publicado en edición electrónica "Entre luces y sombras", poemario en homenaje al primer centenario del nacimiento del poeta español Miguel Hernández (1910-1942).



Como adelanto del mismo colgamos un poema del conjunto.




“Nunca se pondrá el sol sobre tu frente”


(Viento del pueblo. Elegía segunda)




Caídos sí, no muertos, ya postrados titanes,
están los hombres de resuelto pecho
sobre las más gloriosas sepulturas:
las eras de las hierbas y los panes,
el frondoso barbecho,
las trincheras oscuras.


(Nuestra juventud no muere. Viento del Pueblo)



Marchas enhiesto,

Hermoso luces el uniforme de la patria,

Sabiendo que no hay más patria

Que la anida en tu corazón de guerrero.


Imposible lamer la sal de la tierra,

Compañero,

Alza tu frente y mira al otro lado de la trinchera,

Mira que libres lucen los bueyes, y que esclavos son aquellos que dicen defender a España,

Aquellos traidores que guiados por cobardes,

Jamás alcanzaran a sembrar el trigo sin la cizaña.


Marcha chaval, soldado libertario, descalzo, feliz como solo puede estarlo un mozuelo en día de domingo, con un duro en el bolsillo,

Marcha y aleja con tu silbido el hedor de la muerte que da cabriolas a tu paso.

Marcha y mantén la mirada vigilante, no vaya a ser que por allí, agazapado cual reptíl, se esconda la mira y el gatillo presto para segar tu vida breve,

Porque podrán arrancar las flores

Pero jamás han de matar,

Tú esperanza.

P.S.: El libro puede ser solicitado gratuitamente a el.seno.de.afrodita@gmail.com .

miércoles, 20 de octubre de 2010

EXILIO



Como vivo


Con un corazón prestado


He de partir a un lugar


Donde no me alcance la noche,


Allí donde no se ponga el sol.


Secarán mis lágrimas las arenas brillantes de un


Cielo imposible,


Escanciaran mi pena las salpicaduras salinas de las olas,


Y serán mi pañuelo,


Las alas quebradas de gaviotas


Que no querrán decir mi destino,


Por ser cómplices de mí derrota.


Fui campeón de todo,


Viví tan rápido que casi no me di cuenta,


Son testigos de mi paso firme y fugaz


Las estrellas vespertinas


O el sol de Andrómeda,


Que derritió mis brazos de cera y plumas,


Dame viento sosiego,


Desaten los cuatro elementos


Lluvia, oculta mi tristeza,


Derriben las saetas del invierno


Este pecho que ofrezco desnudo y digno,


Y digan acaso,


Que no supe guerrear


Por un amor.