lunes, 8 de noviembre de 2010

EXTREMA UNCIÓN









Al negro sol del silencio las palabras se doraban.

Alejandra Pisarnik

Me encuentro herido,

Herida esta mi carne

Exquisitamente expuesta,

Una lenta gotera de sangre púrpura e indetenible se derrama generosamente sobre la tierra sedienta.

En mis heridas,

Las esquirlas de tus besos se han adherido a ellas bajo la forma de recuerdos,

Junto al polvo de los caminos que anduvimos descalzos

Y trozos de mi camisa azul como una vieja mortaja, se deshilachan cubriéndome los ojos que apenas puedo ver.

No me toques el pecho,

Mis testículos están desollados y mi espalda tiene sobre si un manto de sal,

No beses mis labios

Que solo son una línea que compone una mueca.

Antes de irte,

Mejor cierra bien la puerta

Que no quiero que escapen mis penas,

Deja las ventanas abiertas,

Pues tal vez regrese con la tarde la sonrisa que ayer escapó de la jaula dorada de mi alegría.

No debo llorar, tampoco puedo

He bebido las aguas del océano y de mis venas escapan gotas de lagos y ríos, sin peces ni destellos de la luna sobre su bruñida soledad.

Me ha herido el sol y me lastima la lluvia,

No soporto las mañanas ni los cantos del colegio cercano,

El dolor avanza en mi interior como un cangrejo que camina despacio, atenazando arterias y mordiendo nervios dentro de mí,

Me quema el resuello y avanza el rojo fuego que escapa lentamente de mi piel reseca como un pergamino.

No apagues la tele, deja la radio encendida, no me importan las noticias de crímenes pasionales, qué más da la muerte ajena si no alcanzas a entender la propia,

No quiero ver la calle, mis ojos se han cegado como golpeados por un puño invisible

Y es que a veces creemos que estamos vivos, y hace tiempo que de nuestro cuerpo emana un volátil olor a carne pasada, a hedor de musculo requemado, de piel y cabello en chamusquina.

Porque flanqueamos la vida con la ilusión vana de que existimos.

La más mortal de las heridas me ha sido infringida

Me has castigado con el pétalo de tus rosas,

He hundido bajo mis uñas sus espinas y mis raíces han sido cortadas inocentemente con un mondadientes.

Y es que vivimos en un mundo ficticio,

Donde vemos rostros amables que al final nos acuchillan, nos arrancan la vida como trozos de pintura desconchada por la espátula del pintor,

Y es que algunos llaman a ese mundo sueño, otros simplemente nos damos cuenta que es, tan solo, una pesadilla de colores,

Por eso he de partir a un lugar

Donde la noche no me alcance

Allí, donde no se ponga el sol,

Donde pueda beber de un arroyuelo sin que me disparen,

Allí donde pueda arrojarme en el pasto sin que nadie me detenga,

Donde las cárceles no existan

Y donde mi corazón sea libre de toda prisión

Allí donde el tiempo poco importa

Donde no importe el silencio ni la costumbre

Allí donde la muerte sea un detalle

Y la vida transcurra como si nada importara

Beberé un café, encenderé un cigarrillo y me dejare atrapar por el vino,

Mariposas apenas agitadas por el viento me enjugaran las lágrimas

Y entonces el mar me llamará nuevamente

A surcar sus olas

Estrujado

Tan solo

En un poema.