miércoles, 8 de febrero de 2012

DIOSES MORTALES, HOMBRES ETÉREOS








Acaso

Te rendiste

Ante las zancadillas que el destino,

Entre las puertas

Y al pie de las escaleras,

Se apresura a trabarte.


Acaso

Tu flamígera bandera

Ha sido atrapada

En medio del fuego cruzado de la vida.

Dónde quedaron los cuerpos inmanentes

Que flotaban en la lava volcánica

En los días que erupcionaban sin sol

En medio de una pila de naipes desgastados por el azar

Colillas quemadas a medio fumar

Y botellas sonrientes

Arrojadas por la pleamar.


Dioses mortales, finitos,

Prisma opaco que no refracta la música de las esferas,

Hombres etéreos, arena suspendida en el tiempo,

Dónde puedo hacer de tu voz

La singular colación de todos los astros.

Y así tú,

Luis,

Luis Alberto,

Luis Alberto Spinetta,

Te marchaste,

Con tus lentes invictos

Y una partitura inconclusa,

Alineadas tus guitarras –una junto a otra- te tributan su último acorde

De fiesta y luto.


Adiós genio,

Adiós,

Te vas solitario y feliz

Rasgando tus cuerdas,

Adiós

Llévate dos rosas y una sinfonía de Piazolla

Y en medio de todo,

El corazón de un pibe pobre

Que ha tatuado en sus oídos

Tus obras completas.


Adiós flaco,

Pero antes cántame de nuevo tu canción favorita

Déjame tu poster de feria,

Tus gafas de miope,

Adiós, camina despacio

Y no corras en el coche

No te apures,

Pues

Nada podrá la noche

Frente el fulgor

De tu estrella

Que mortecina y azul

Todavía nos alumbra.


Tu tocayo,

Elepé