Acaso
Te rendiste
Ante las zancadillas que el destino,
Entre las puertas
Y al pie de las escaleras,
Se apresura a trabarte.
Acaso
Tu flamígera bandera
Ha sido atrapada
En medio del fuego cruzado de la vida.
Dónde quedaron los cuerpos inmanentes
Que flotaban en la lava volcánica
En los días que erupcionaban sin sol
En medio de una pila de naipes desgastados por el azar
Colillas quemadas a medio fumar
Y botellas sonrientes
Arrojadas por la pleamar.
Dioses mortales, finitos,
Prisma opaco que no refracta la música de las esferas,
Hombres etéreos, arena suspendida en el tiempo,
Dónde puedo hacer de tu voz
La singular colación de todos los astros.
Y así tú,
Luis,
Luis Alberto,
Luis Alberto Spinetta,
Te marchaste,
Con tus lentes invictos
Y una partitura inconclusa,
Alineadas tus guitarras –una junto a otra- te tributan su último acorde
De fiesta y luto.
Adiós genio,
Adiós,
Te vas solitario y feliz
Rasgando tus cuerdas,
Adiós
Llévate dos rosas y una sinfonía de Piazolla
Y en medio de todo,
El corazón de un pibe pobre
Que ha tatuado en sus oídos
Tus obras completas.
Adiós flaco,
Pero antes cántame de nuevo tu canción favorita
Déjame tu poster de feria,
Tus gafas de miope,
Adiós, camina despacio
Y no corras en el coche
No te apures,
Pues
Nada podrá la noche
Frente el fulgor
De tu estrella
Que mortecina y azul
Todavía nos alumbra.
Tu tocayo,
Elepé