domingo, 26 de febrero de 2012

LA APACIBLE TORMENTA


En memoria de Alberto Delgado Araoz

Tenía la alegría simple
Como las tardes
De fútbol y frutillada,
De música y abrazo luego de darse
De ramalazos en la cancha de tierra,
En algún lugar de tu Cusco,
Antigua Ciudad,
Que aprendió de tu paso tranquilo,
De tu serena mirada,
Silbo contigo tus canciones de verano,
Compartió tu lonchera y
Tu sonrisa breve
Cuando fuiste el campeón de las canicas
Pero nunca dejó de estudiar
Colegial palomilla
En los exámenes finales
El primero de la clase,
Chanconcito!

Y cuánto podemos decir,
De cuando adultos
Podíamos conversar por horas,
De tanto temas, tantos,
Y podía acabarse el trago,
pero jamás
La discusión
Abierta y apasionada,
Pero nunca aleve,
Donde todos terminábamos
Siempre
Siendo más amigos
Con una guitarra en la mano,
Entonandonos los waynos,
y harawis de tu tierra milenaria.

Tu mirada iba más allá de los problemas,
Pues cuando las papas quemaban
Allí estabas tú,
cavilando soluciones,
concertando corazones,
discrepando,
Pero cuidando el camino
de unidad,
Sin desmayo,
Como la oración devota del domingo,
Allí estabas tú
infallable,
tesudo,
impenitente,
pues sabías como ninguno
el arte del entendimiento.

Y aqui estamos ahora,
Recordando
tus recuerdos,
pocos pero limpios,
que nos dicen ahora
que ya no te veremos más,
en las reuniones,
plumón en mano,
escribiendo con tu letra cuidada
de educador cristiano,
las eternas enseñanzas
de amor y paz.