sábado, 31 de enero de 2009

Epístola a los Poetas que vendrán


Tal vez mañana los poetas pregunten
por qué no celebramos la gracia de las muchachas;
quizá mañana los poetas pregunten
por qué nuestros poemas eran largas avenidas
por donde venía la ardiente cólera.

Yo respondo: por todas partes oíamos el llanto,
por todas partes nos sitiaba un muro de olas negras.
¿Iba a ser la poesía una solitaria columna de rocio?
Tenía que ser un relámpago perpetuo.

Mientras alguien padezca,
la rosa no podrá ser bella;
mientras alguien mire el pan con envidia,
el trigo no podrá dormir;
mientras llueva sobre el pecho de los mendigos,
mi corazón no sonreirá.

Matad la tristeza, poetas.
Matemos a la tristeza con un palo.
No digáis el romance de los lirios.
Hay cosas mas altas que llorar amores perdidos:
el rumor de un pueblo que despierta
¡es más bello que el rocío!

El metal resplandeciente de su cólera,
¡es más bello que la espuma!
Un Hombre Libre libre
¡es más puro que el diamante!

El poeta libertará al fuego
de su carcel de ceniza.
El poeta encenderá la hoguera
donde se queme este mundo sombrío.

Manuel Scorza