sábado, 31 de enero de 2009

Monólogo de una muchacha triste


Soy apenas,
quien agita tus hojas.
Estallo en la tarde como una ventisca.
Bosque escondido,
Camino que recorren a tientas,
Mis dedos sin piel
Palpan la corteza áspera de tus tilos.
Mi tristeza es el único bálsamo
Que unto sobre mi pecho y espalda,
Beso fantasmas que apenas dejan su huella Sobre la tierra humedecida por la lluvia.
Invoco a todos los espíritus del monte,
Desnuda sobre la colina,
A espera que los dioses me conviertan en Daphne,
en musgo, trébol, hinojo y retama,
Soy quien soy,
Colgajo de tiempo, despojo de nube, ninfa atrapada entre la siesta de un fauno,
Soy hada triste, mi túnica de flores de alas desgarradas,
tan solo reflejan el hastío de la tarde.
A la luz de la luna,
Cierro mis párpados,
Abro mis piernas a tu espera,
Pronto has de llegar,
Mi etéreo príncipe de la noche,
Para anidar en mi sueño,
Siento tu aliento en mis entrañas.
Duermo sobre mi lecho vacío,
Hasta mañana.