SINFONÍA INCONCLUSA
Variaciones a partir de cinco poemas de Luis Hernández
)1(
Sombra que
No eres mía:
Yo conozco de ti
La forma cómo
besas el tiempo
Luis Hernández
Sombra
Que derramas
Le ve men te
Las arenas del tiempo,
Noche
Que se empina entre los callejones
Donde me muerden
Los perros mudos de mi tristeza.
Yo de ti conozco
La cadencia infinita de las horas.
)2(
Chanson d´ amour
Sólo tuve
un Amor humano
Porque el amor
No es cielo
Por eso tengo
Algunas astillas
En el corazón
Pero el amor
Es el cielo
Quise decir:
No es ciego.
Luis Hernández
(Cuaderno primero, ¿1966?)
Luna que besas los harapos de mendigos infinitos
Déjame escuchar tu silente sinfonía
Mientras camino silbando la Obertura 1812
De Piotr Ilich Tchaikovsky,
De pronto,
Al fondo de mis espejuelos,
Estalla una luz estentórea
Que ciega mis pupilas
Y me confiere la lúcida visión
De los que usan las manos para conocer el mundo.
Bienaventurados los ciegos,
Porque ellos no necesitan mirar a Dios.
)3(
La misma soledad
del desierto
Lo salvará
De ser un solitario
Su misma arena
Azul lo librará
De ser el mar
gracias Desierto.
Luis Hernández
(Cuadernos)
En vano crecen mis orejas
Como locas caracolas revolcándose en la arena,
Apenas escucho
El sonido vacuo de tres faroles,
Un corno francés
Destila solitario sus notas ambarinas,
Y el oboe
Que está atrapado en mi garganta
Abre su herida para dejar escapar
La jaula vacía del ave que no trina.
)4(
LLUVIA
Vamos afuera, la lluvia,
mojara
la cara, el traje.
Vamos afuera,
saltaremos
los charcos,
y al mirar el cielo
se nos llenaran los ojos
de agua y de contento.
Luis Hernández
(Orilla, 1961)
La lluvia se asoma para beber las primeras luces del día
Garúa
Temple de viento
Arisco océano que desata el temporal
Nubes que desnudas fornican en el cielo.
Pero lanzo al viento mi mortal conjuro,
Arrojo mis coloridos guijarros al cielo
A falta de monedas
Y desafía mi bravata
A la furia de todos los elementos.
Es entonces que el sol me sonríe
Como escolar en vísperas de sábado,
Escampa mis penas,
Y la duna de mi desierto
Dibuja una sonrisa de arena
Al insulso mar
Que azul
Escancia mi alegría.
)5(
Puedo llegar al mar
Con la sola alegría
De mis cantos.
Luis Hernández
(La canción de Charlie. Charlie Melnick, 1962)
Súbete en mi ola,
Lame mi sal,
Recoge las guirnaldas de mi espuma,
Porque soy Mar,
Inmenso, interminable,
Bestia que recorre
Todos los confines de tu mundo,
Soy el Mar
Tu compañero de aventuras,
Finis terrae
Soy el mar del eterno retorno,
Canto de sirenias brotan
Del incesante movimiento de mis aguas,
Guardo en mi vientre
Tesoros que no has de ver en vida,
Y en mi pecho, queda al descubierto
El verde paraíso
Donde anidan,
Inclementes,
Todas las gaviotas.
POR QUIEN MERECE AMOR
Luis Guillermo Hernández Camarero (1941-1977)
Qué más decir de Luis Hernández. Se han dicho tantas cosas, ciertas y verdades a medias, se han inventado hasta escalofriantes historias acerca de su muerte, inclusive alguna alucinante que lo convierte en víctima de una dictadura sureña. No nos importa. Como no nos importaron que se diga de él que se fumaba hasta el Campo de Marte, que siempre fue un adolescente eterno, que repitió tres veces tres un curso de enfermería antes de graduarse de médico, o que se arrojó desesperado de vivir al paso de un tren en un perdido paraje de Buenos Aires...Lo que si importa es que su poesía se encuentre en Internet, por allí circula una biografía casi oficial, y que cada vez más personas, en todo el mundo, sobre todo los más jóvenes que lo han convertido en un ícono cultural, lean su obra. Ya no somos un puñado de cófrades los que celebramos su poética, o los que los que la estudian, desde la pionera tesis doctoral de Nicolás Yerovi. Luis Hernández se ha convertido en un fenómeno universal, y tal vez en estos tiempos seamos cada vez más los que nos sentamos junto al Capitán Dexter o el Gran Jefe Un Lado del Cielo a fumar la pipa de la paz o cualquier cosa, leyendo su poesía y tomándose unas cervezas bien heladas...Lo que si sentimos es que Luchito nos dejó una obra todavía por completar, que tal vez nunca sabremos a cabalidad la envergadura de su producción no publicada y regalada con sus épicos cuadernos, pero también su poética forma parte de esa sinfonía incompleta, de una obra abierta y no concluida, para lo cual le falto tiempo y le sobró la vida. Y es que esta alusión musical, muy cara para Luchito, melómano exquisito, nos lleva a encontrar que su poesía estuvo siempre tan ligada a la música de modo tal que el aforismo escrito por el rumano Cioran es sencillamente exacto:
La vida y la muerte, tan presentes en la obra de Hernández, quien ha logrado dejar lo efímero de su vida para inscribirse en aquella formula que Seneca encontró para ligar arte y existencia: Ars longa, vita brevis (2), y que Luis también efigrafiaba en varios de sus poemas: Tempus Brevis Est.
Por todo ello, feliz cumpleaños hermano mayor, que tu poesía siga siendo inasible e inconmensurable como el mar.
(1) Emil Mihai Cioran. Ese maldito yo. (Aveux et anathèmes, 1986) Tusquets Editores, 1987, colección "Marginales".
(2) Lucius Annaeus Seneca: De Brevitate vitae 1:1