viernes, 13 de marzo de 2009

Cielo y Mar


Impávido cielo. Mi tarde se ha cerrado entre el revuelo de gaviotas. Las olas me han salpicado generosas y el sol se aquieta en lo alto del cielo.
Disco de luz que me cubre de alegría. Pero al alejarse apenas es una sonrisa luminosa que agita su mano solitaria e inunda las nubes de promesas.
He de esperarte.
Estoico he de esperar tu retorno.
Con paciencia infinita he de esperar tu retorno amor,
Como se espera la lluvia en el verano,
como los peces la temporada para anidar entre las peñas.
Aqui, en medio de la arena escasa del acantilado,
En esos riscos desnudos donde aprendí a mirar con tus ojos,
Precisamente allí
he depositado un breve poema
cubierto de la humeda huella de mi tristeza.