lunes, 23 de marzo de 2009

El vuelo de la luciérnaga


"A dónde vas,

Pequeña flama,

Que incandescente

Dejas tras sí

La taciturna estela

En medio de la noche?

- Viajo en busca de la verdad, Nada me amilana,


Pues tengo firme el corazón,


Y me acompaña el fuego eterno de los dioses.


No temes al viento, acaso, al temporal que se avecina,


A los voraces que te aguardan


Agazapados en las tinieblas?

- No, más temo a la brevedad del tiempo,


A la fatiga de mis alas,


Al errar en el rumbo de mi vuelo,


A que mi pequeña llama sucumba antes de alcanzar la luna.


Necia resulta tu aventura, Pequeña,


Qué has de encontrar


Tan sólo la muerte,


Pues pronto llegará el frio y la lluvia,


Apagará tu tea,


Y acabarás ahogada en una ciénaga maloliente en medio de la calle...



-No interrumpas mi vuelo,


viajera soy y sé que he de llegar a buen puerto,


Allá en el farolito de mi barrio,


Cerca del perfume de los macizos de geranios,


Donde crecí,


Atizando la lumbre en medio de la noche.



Te quedarás sin los lirios que reposan en el estanque,


sin la luz que incandescente te regala el sol,


sin el reflejo de la luna sobre tus alas tornasol...

-Nada me detendrá,


Mi vuelo he iniciado y el horizonte me regala la mejor de las vistas,


Al sur me espera la dulce compañia de los míos, la sonrisa de los niños,


Es más, allá me aguarda, de pie, firme, seguro, El amor,


pues la luz de su destello alumbra mi corazón,


pálido sería mi propio fuego si su lumbre no se alimentara de ese calor que es mi


propia luz.


Dichas estas palabras, el sapo se zambulló en el charco, más verde de envidia que nunca.